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Mostrando entradas de mayo, 2018
En algún momento de mi vida las cosas se hicieron añicos, me quitaron la infancia, y la que viví, lo hice de mala manera. Cuando tenía ocho años yo ya sabía lo que significaba la palabra infidelidad, mi papa era un infiel crónico, sentía tristeza por mi madre e imagino que ella por mí. Mi madre no tenía muchos amigos, es difícil tener amigos cuando vivís con un alcohólico, no un alcohólico cualquiera, sino uno que golpea, que grita, que manipula, que te arrincona, hasta que se te quitan las ganas de querer o de esperar, hasta que la vida se vuelve sombría y andas caminando siempre con mirada baja, con semblante triste, porque te apagaron el alma, porque no te riega la luz del día y no sentís calor, ni frio, ni hambre, ni nada. Mi mama me contaba todo, yo sabía todo, ella necesitaba alguien con quien hablar, ella ocupaba quien la salvara y yo quería salvarla, porque nací con el alma anciana, queriendo volver a tejer el mundo, por que ocupaba aferrarme de algo, de lo que fuese, par...
Dos niños y dos cucullos También hubo buenos momentos, como el glorioso día en que mi mama se tuvo que disculpar con la costurera que vivía a la vuelta de nuestra casa por dos cucullos. ¿Saben lo que es un cucullo? Un cucullo en mi país es un animalito peludo, que parece una rata bonita, básicamente un roedor, como yo era una niña me parecía algo así como el primo de un conejo y me encantaban los conejos. Mi mama nos llevó a mi hermano y a mí a la casa de la costurera, era algo así como las tres de la tarde, mientras   ambas platicaban de telas, modas y tallas, mi hermano y yo curioseábamos por el patio, era como estar   en un zoológico, claro, a esa edad yo nunca había visto muchos animales exóticos, más que los monos peleones del parque aurora y un león en tiempos de hambre, vaya miento, también un cocodrilo, que para el caso vivió en el patio de mi casa, pero eso se los contare en otra ocasión. De cualquier modo, la señora costurera era amante de las mascotas, en es...